El hombre siempre buscó crear dispositivos que le ayudaran a efectuar cálculos precisos y
rápidos.
Hace más de 3000 años A.C., los
chinos desarrollaron el ABACO, con el cual realizaban
cálculos rápidos y complejos.
En el
siglo XVII, el creciente interés en Europa por las nuevas ciencias, tales como
la astronomía y la navegación, impulsó a las mentes creativas a simplificar los
cálculos. A los primeros científicos les habría costado muchos años calcular la vasta
cantidad de datos numéricos cuyos patrones estaban intentando descubrir.
En 1614,
el escocés JOHN NAPIER anunció el descubrimiento de los logaritmos, permitiendo
que los resultados de complicadas multiplicaciones se redujeran a un proceso de
simple suma. Muy poco después, en los años 20 del mismo siglo, se inventó la
regla de cálculo, basada en los principios matemáticos descubiertos por Napier.
En 1642, BLAISE PASCAL, matemático y físico francés, crea una máquina mecánica de sumar, denominada "Pascualina", parecida a los cuenta kilómetros
que utilizan en la actualidad los automóviles. Pero tenía algunos
problemas con las sumas largas.
En 1671, GOTTFRIED WILHELM LEINNIZ, lógico y matemático alemán, le agregó la posibilidad
de: restar, sumar, multiplicar y dividir. Su máquina estaba formada sobre
ruedas dentadas, cada una de estas ruedas tenía diez dientes, éstos
correspondían a los números de 0 al 9. Siendo el sistema de tal tipo, que el
paso de 9 a 0 daba lugar a un salto de la rueda.
En 1822, CHARLES BABBAGE, matemático británico, diseñó, desarrolló y presentó en la Royal Astronomical Society la primera computadora de uso general, a la cual denominó "Máquina de las diferencias" o "Máquina Diferencial".
En 1833 BABBAGE concibió una segunda máquina que le llevó 20 años diseñarla. Esta era capaz de realizar una suma en segundos y necesitaba un mínimo tiempo de atención del operador. A esta segunda máquina la llamó "Analítica".
En 1804,
JOSEPH MARIE JACQUARD, francés vinculado familiarmente al sector textil, creó y empezó a utilizar un telar que se servía de tarjetas perforadas
para controlar la creación de complejos diseños textiles, (la misma técnica se
utilizaría posteriormente en pianolas y organillos, que empleaban tarjetas
perforadas para copiar música de piano, tanto clásica como popular.
En 1890, HERNAN HOLLERITH, estadístico estadounidense, logra la primer
operación de procesamiento de datos en base a un sistema mecánico para calcular y agrupar datos de censos. El
nuevo sistema se basaba en tarjetas perforadas. Lo utilizaron en el censo de
población en Estados Unidos en donde se logró por primera vez, que los
resultados finales fueran conocidos a los dos años y medio, mucho menor tiempo al censo
anterior en el que tardaron siete años.
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